Dios es Amor. Hacernos participes de ese Amor no es una cuestión menor. Se necesita tiempo de escucha y de silencio interior. Sólo una escucha diaria y comprometida nos irá conduciendo en nuestro crecimiento personal en el Amor de Dios.


"Por tanto, he aquí la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón" (Oseas 2:14).

Escuchar la voz de Dios es posible, pero se requiere de circunstancias especiales: Para poder sanarte y liberarte Dios propicia tiempos de soledad en tu vida. Te aparta del mundo, no para que te sientas triste sino como una invitación a poder escuchar su voz Apartarte en soledad y en silencio es necesario para tu renovación emocional y espiritual. Si escudriñas la Biblia te darás cuenta que muchos de los grandes siervos de Dios ( Elías, Moisés), tuvieron que caminar un gran trecho de vida en soledad, como parte del Plan de Dios para poder liberarlos de las viejas ataduras forjadas en su vida y de las cadenas de opresión interior que estorbaban en la obra de Dios. De esta forma Él pudo prepararlos para su plan perfecto...

La soledad a la que Dios te induce o que tú debes buscar no es para que te escondas del mundo sino para que puedas abrir tu mente y corazón a Dios. El Señor propicia estas circunstancias. El es quién llama a estar en su presencia en soledad y silencio para darte instrucciones, para escuchar su voz y responderte, para prepararte para el plan que tiene para tu vida. Así lo hizo con Moisés cuando lo apartó del pueblo Hebreo en el desierto y lo llevó a la cumbre del Monte Sinaí, como se describe en este versículo:

"Y Moisés subió hacia Dios, y el Señor lo llamó desde el Monte, diciendo: así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los Hijos de Israel" (Exodo 19:3).

No mires con desagrado la soledad, sino que recíbela con agrado y búscala para escuchar la voz de Dios que hablará a tu vida por medio de su Santo Espíritu.


Comunicaciones CPU (parroquiauniversitaria@yahoo.com.mx)

RETIRO DE SILENCIO

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